miércoles, 28 de enero de 2009

Dímelo


Juntos nuevamente, al menos en la presencia de nuestros cuerpos, pero tan fríos y alejados en las miradas. Qué difícil es ver que gélidos no volvemos poco a poco, ya no hay tacto, ya no hay nada. A dónde se va la pasión, por dónde volaron las sonrisas y esa complicidad en nuestro aliento...

Si lo sabes por favor dímelo.

lunes, 19 de enero de 2009

Noche bajo la ciudad.




Cuando la noche cae sobre la enorme Ciudad de México, sus cientos de edificios se iluminan irradiando a montones luz. Y es que la segunda metrópoli más grande del mundo sólo después de Tokio parece nunca descansar. Con más de ocho millones de habitantes regados por todo el Valle de México, el Distrito Federal cuenta con uno de los metros más importantes y extensos del mundo.

El próximo 15 de septiembre de 2010 México festejará apenas sus primeros 200 años de vida como nación independiente. Después de haber vivido dominados más de 300 años por los españoles, la nación cuya insignia es un águila devorando la serpiente se prepara para los festejos de su llamado bicentenario de independencia. Para esto el gobierno de la capital que encabeza Marcelo Ebrard Casaubon, lanzó un proyecto que pretende modernizar las instalaciones del sistema de Transporte Colectivo Metro (STC).

El 16 de octubre de 2007 el (STC) dio a conocer la convocatoria para la Licitación Pública Internacional No. 30102003-006/07 cuyo objetivo es el suministro, instalación y puesta en operación de una red de comunicaciones y servicios en el Sistema de Transporte Colectivo. Ésta adquisición pretende la instalación de sistemas de comunicaciones y servicios, de video vigilancia y alarmas en todas la líneas del metro.

La empresa ganadora de la licitación fue la española Infoglobal, con esta adjudicación el consorcio español se convirtió en líder del mundo de las comunicaciones IP en el entorno ferroviario metropolitano. El acuerdo pactado entre el (STC) y la firma española es un jugoso contrato por 50 millones de dólares, uno de los mayores contratos de la historia para el suministro de una de red de comunicaciones giga bit, y un sistema de video vigilancia IP.

El financiamiento de este proyecto será con fondos del Gobierno del Distrito Federal, que pretende tener un metro de primer mundo, con trabajadores que ganan los salarios de uno de tercero.

***
Es invierno en la capital de México y los últimos días del año se van consumiendo entre las luces que adornan igual los enormes edificios del centro histórico que las casuchas despotricadas que calle a calle se aparecen por esta vieja ciudad. Son vacaciones para muchos de los capitalinos, y como pocas veces esta ciudad parece exhalar un aire de tranquilidad inusual en ella. Las avenidas semivacías son enormes arterias de las cuales su sangre fluye con discreción, como lo hacían poco más de cincuenta años.

Una de las características de las grandes ciudades son los conflictos viales y el Distrito Federal no es la excepción. Para la década de los años sesenta el éxodo de los mexicanos rurales hacia la Ciudad de México había hecho de sus calles un problema poco menor. Con una población de alrededor de 4.5 millones de habitantes, las 7200 unidades de transporte público que existían comenzaban a ser insuficientes.
El 29 de abril 1967 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto presidencial que crea el Sistema de Transporte Colectivo, organismo público descentralizado, para construir, operar y explotar un tren rápido subterráneo como parte del transporte público del Distrito Federal.

Hoy aquí a cuarenta y un años el metro cuenta 11 líneas y 175 estaciones distribuidas por toda la ciudad.

***
Es el primer día de trabajo y este reportero se convertirá en uno más de los trabajadores que ha marchas forzadas instalan los 440 km de fibra óptica que serán distribuidos por todas la líneas del metro y que servirán para la transmisión de información y monitoreo de las estaciones del (STC).

A media noche se pactó el encuentro, el señor Enrique X, un tipo delgado de ojeras pronunciadas y estatura mediana muy amable. Por teléfono pidió llegar a la estación de metro Patriotismo. A él lo había contactado días antes preguntándole por el “jale”, es decir el trabajo. Me había dicho que -son vacaciones y ahorita habían estado descansando pero el viernes había chamba, llévate ropa pa`chambear- Me cito a la 12 de la noche afuera del metro sobre la avenida Patriotismo.

Camino a la estación parecía no pasar nada, las calles y avenidas sostenían un silencio hermético. La llegada fue mucho antes de lo previsto, la ciudad realmente parecía hipnotizada, sobre sus calles pocos carros circulaban, lento. Era como si sus conductores disfrutaran cada cruce, cada avenida y cada semáforo.

Afuera de la estación la gente brillaba por su ausencia, por la enorme avenida el aire gélido de la época circulaba largo y tendido. Después de unos minutos conforme la hora se acercaba varios tipos se iban aglutinando en una esquina. A lo lejos y bajo la tenue luz apenas podía distinguir sus rostros, tan sólo se veía el humo de los cigarrillos salir de su bocas.

Cuando una camioneta vieja, larga llegó y se estaciono, de inmediato todos se acercaron. Era una vieja Ford con un enorme Camper, de su techo se asomaban varias escaleras. Del interior inmediatamente comenzaron a sacar herramienta, todos veloces, apurados por bajar más escaleras y varias cajas. Del metro como de la nada iban saliendo más hombres, su aspecto era sombrío. Cuando me presenté recibí un hola y una larga escalera verde –bájala y cámbiate con los muchachos- Sabía que ese era Enrique Guzmán.

Adentro de la estación el espectáculo era inusual, los usuarios no existían, tan sólo un policía de cuerpo amplio y senil parecía vigilarnos. Los rostros de los hombres comenzaban a tomar forma, se dibujaban los bigotes, las canas, las arrugas y las sonrisas. La ropa iba medianamente limpia iba desapareciendo para convertirse en una dramática ola de cochambre y aceite. Las botas dieléctricas que son las que se deben usar para este tipo de trabajo eran escasas.

Ingenuamente pregunte a un señor gordo y bigotón que se cambiaba a mi lado, a quien le pedía mis botas y mi equipo de trabajo. –apáñate un chaleco si puedes, las botas las traes tú y los cascos ya no hay- afortunadamente y para mi suerte el equipo lo había conseguido prestado en otro lugar.

Para cuando todos se habían alistado y montado en sus harapientos uniformes, que no eran más que cualquier ropa vieja de esas que uno ya casi no suele usar, la distribución del trabajo se iba repartiendo. –Israel ayúdales a jalar el cable-.

+++

Estando bajo la ciudad el silencio es casi absoluto. Los largos y oscuros túneles apenas están iluminados, sobre sus rieles el metro de la Ciudad de México transportó tan sólo en 2007 a mil 352 millones 408 mil 424 pasajeros según datos del (STC) colocandolo como el tercer metro más concurrido del mundo.

Cuando el gusano gigante recorre la ciudad, lleva consigo miles de historias y destinos. Pero hoy aquí en medio de la madrugada tan sólo tiene a unos 35 hombres que trabajando a todo lo que dan. La energía eléctrica alimenta los vagones se corta por tan sólo 5 horas así que el trabajo debe ser rápido y preciso.

La gente que trabaja aquí no tiene muchas opciones, pues el trabajo afuera escasea - Ya ven por no estudiar- decía Salvador que es un tipo entrado en años, con cabellera larga y tupido en canas. Salvador como muchos otros de los que trabajan aquí tiene otra ocupación, lo de trabajar en la noche es una lana extra. El comercio informal que según datos del INEGI genera el 12.5 % del PIB es la otra vía por donde Salvador miles más se mueven a diario.

Salvador vende libretas, calendarios, plumas por las mañanas, con tres hijos y el aumento de los precios que se han venido generando en los últimos meses por la llamada crisis financiera mundial, ha tenido que buscarse una "chamba extra", la cual no da mucho, pero como dice -los 120 pesos que me pagan aquí, es mejor que nada-.

Sin contrato firmado, sin el equipo de protección adecuado y con un supuesto seguro médico del cual nadie sabe nada, estas cuadrillas de obreros tienen que lidiar durante la madrugada con el frio y la desvelada, esperando un pago que la mayoría de las veces llega con retraso.

+++

Comienza el trabajo, -aca nadie puede hacerse wey- me decía un joven de unos 20 años de edad. Y es que si no jalamos parejo el trabajo se va retrasando. De unos contenedores enormes se sacan los carretes que enrollados tienen 1500 m. de cable de fibra óptica y por el cual pasara la información que llegará a las 27 centros de control que también serán instalados y que operaran 3 mil 301 cámaras fijas y móviles.

De estación a estación el cable se debe tender jalando con fuerza. De Patriotismo a Chilpancingo existe poco más de un kilometro de distancia, el jalado es rápido y, sin guantes que protejan las manos se dificulta. Metro a metro el cable se desenrrolla y el dolor en los brazos se va haciendo presente.

Quienes van en la punta se van perdiendo por el túnel que parece interminable. El trabajo se tiene que detener cada vez que un cruce aparezca pues ahí la maniobra debe ser diferente. Conforme los metros de cable van saliendo los hombres también deben hacerlo. Cuando llega mi turno de introducirme al túnel, un inspector que pertenece al Sindicato de Trabajadores del Metro, grita con un tono déspota e imperativo, -tú no bajes te hacen falta las botas- no bajo pero después de unos minutos y ya que el inspector se fue, un señor pequeño que funge como una especie de capataz me habla- No hay pedo ya se fue ese wey, ya bájate para que jales de adentro el cable- sin pensarlo obedezco la orden.

Estar dentro del túnel puede ser una experiencia única, allí bajo todo ese mundo caótico y veloz, solo se pueden escuchar muy a lo lejos lo que parecen ser camiones pesados. Aquí no hay luz, aquí no hay gente, aquí no hay nada, tan solo esos bichos que caminan y aparecen de la misma forma en que se esconden. Son las cucarachas y son las ratas y hoy estoy en su mundo.

Después de terminar con el cable, este pequeño ejercito se seres sucios y sudorosos, se alistan para el encinchado, que no es otra cosa que el fijado del cable a una charola metálica que sirve de guía por ambos lados de la vía. Pero esta no es menuda labor ya que hay que cargar las escaleras cada 5 metros para sujetar el cable, cuando no han pasado más de 300 m. caigo en la cuenta que yo también pertenezco a este ejercito, mis manos son del color del cable lo mismo mi ropa y comienzo a sudar por doquier.

+++

Para Elliot parece no tener importancia el cable que está colocando ni sabe para qué servirá. Tiene 42 años y hace apenas unas semanas lo despidieron de su antiguo empleo, era mesero de un restaurante en Coyoacan, no tenía sueldo fijo pero con la propinas se "alivianaba". A él como a la gran mayoría un cuate les platico de la "chamba" y se vinieron a probar suerte, lleva ya tres semanas trabajando y dice muchos han venido y pocos son los que se quedan porque -la chinga está cabrona y no todos aguantan-.

Para el gobierno capitalino gastar 50 millones de dólares parece un acto digno de aplaudir. Pero con esto el metro apenas comienza a escalar peldaños en cuanto al nivel tecnológico, si tomamos en cuenta que metros como el de la ciudad de Madrid no sólo ocupan este tipo de envío de información, sino que utilizan tecnología inalámbrica desde hace un par de años.

+++

Me impresionan la habilidad que tienen los que cinchan, ellos son los que llevan más tiempo trabajando, a los nuevos como yo les toca cargar las escalera porque aquí también hay jerarquías.

Después de un par de horas a toda velocidad el trabajo queda terminado, de una a estación a otra se han colocado 2.5 km de cable de fibra óptica. Los trabajadores parecen exhaustos, de sus cuerpos escurren como si hubiera llovido todo el sudor posible. Ennegrecido casi en su totalidad ahora si se dan un tiempo para descansar y porque no fumarse un cigarro.

Todo parece más relajado, hasta el lenguaje está lleno de simpleza y jocosidad, aquí el albur está a la orden del día.

La noche avanzó lo mismo el trabajo, pero esto apenas comienza, pues apenas van por la primera mitad del proyecto según dice el que controla tanto la herramienta como las instrucciones, es aquel mismo hombre con el que hable por teléfono, me preguntan que si voy a regresar, yo solo respondo que sí -Entonces mañana en Centro Médico a la mismo hora-.

Cuando salgo termino por cambiarme y guardar los despojos en los que ha quedado mi ropa, cargo una escalera al igual que todos. Afuera parece que todo sigue igual, sobre la avenida patriotismo sigue encendido el letrero del hotel Franklin, a lo lejos observo un carro entrar a su estacionamiento, en ese momento siento una profunda envidia.

Las calles como hace 5 horas están semi vacías, y el frío arremete con un poco más de coraje. Todos subimos la herramienta, algunos se comienzan a despedir y otros regresan a la entrada del metro, los que así lo hacen es porque esperaran a que vuelvan a encender los rieles que los llevarán en su retorno y largo camino a casa.

De regreso solo puedo pensar en lo duro que para muchos es ganarse la vida, tener que enfrentarse a trabajos donde la paga es inaudita pero necesaria para solventar los gastos del día a día, sin importar que la salud se ponga en riesgo e integridad física se ponga en riesgo.

+++

Seguramente el próximo 2010 el gobierno tanto Federal como el capitalino echaran la casa por la ventana, hundidos en festejos y ceremonias que conmemoraran 200 años de "nuestra independencia como mexicanos", mientras afuera en la calle la gente seguirá buscando la manera en sobrevivir, buscando uno o más trabajos por los salarios siguen siendo insuficientes.·